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Comer por comer: hábitos alimenticios de los jóvenes en la pandemia

A Miguel Toapanta, como a la mayoría de chicos de 17 años en crecimiento, le gustan mucho los snacks. Antes de la pandemia, en el recreo solía comer sánduches llenos de mayonesa o nachos con queso amarillo derretido que compraba en el bar de su colegio. Esa era toda la comida chatarra que consumía en el día. Pero desde que empezó la cuarentena por el covid-19 a mediados de marzo, esto ha cambiado. “Ahora como muchísimos más porque siempre están a mi alcance en la casa”, dice riéndose vía telefónica. Miguel no es el único joven que ha cambiado sus hábitos alimenticios desde que empezó la pandemia. Así lo demuestra una encuesta de U-Report Ecuador —un proyecto de UNICEF que busca empoderar a adolescentes y jóvenes. Los efectos de estos cambios podrían ser graves para su salud.

La encuesta que respondieron 732 jóvenes en agosto de 2020 mostró que al 46,4% se les ha hecho más difícil, durante la pandemia, comer alimentos saludables. Lo que más consumen (de acuerdo a la misma encuesta) son carbohidratos como pan, arroz, verde, y pasta. Los que menos comen son frutas y verduras. Solo 3 de los 732 —el 0,41%— han comido más frutas y verduras que antes.

Aunque preocupantes, los resultados no son sorprendentes. Incluso antes de la emergencia sanitaria, en Ecuador los carbohidratos ya eran preferidos por sobre las frutas y verduras. Según la encuesta nacional de salud y nutrición (ENSANUT) de 2011-2013 del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC), el consumo diario de carbohidratos era 29,2% más alto que lo recomendado por el Instituto de Medicina de los Estados Unidos. Además, los jóvenes entre 14 y 30 años comían un promedio de 182,5 gramos de frutas y verduras al día, cuando la cantidad recomendada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) es 400 gramos diarios.

Las respuestas de los jóvenes a través de U-Report evidencian que si antes los hábitos alimenticios ya estaban mal, con la pandemia de covid-19 están peor.

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Según los chicos que respondieron la encuesta de U-Report, la razón por la que están comiendo menos saludable es porque sus familias tienen menos dinero para comprar alimentos más nutritivos. El documento técnico de las guías alimentarias basadas en alimentos (GABA) del Ecuador —que sirve como referencia para el consumo alimentario adecuado de diferentes grupos poblacionales— dice que la prevalencia en el alto consumo de carbohidratos está relacionada con las poblaciones más pobres. Verónica Vargas, antropóloga experta en alimentación, explica que consumir más de esta clase de comidas es normal en tiempos de crisis económica. En casos emergentes, como la pandemia por covid-19, dice, hay una tendencia a priorizar los carbohidratos porque son un poco más baratos y asequibles que las frutas, verduras, rinden más porciones y dejan una mayor sensación de llenura.

La encuesta de U-Report también mostró que más de 4 de cada 10 jóvenes está haciendo menos actividad física. Esto también influye en su alimentación. El psicólogo clínico Juan Carlos Endara dice que es muy común que los chicos coman por aburrimiento, y que lo que más comen cuando se sienten así es, de nuevo, carbohidratos. “A veces ya acabo deberes y no sé qué hacer, y para matar el tiempo voy a la cocina y agarro alguna golosina para comer”, reconoce Miguel Toapanta con una risa ligeramente avergonzada. Antes de la pandemia, los jóvenes estaban acostumbrados a salir, caminar por el colegio y jugar en el recreo, pero ahora no pueden. Como no saben qué hacer, explica Endara, comen porque es lo más fácil.

Es precisamente porque quieren algo fácil, que los jóvenes terminan comiendo carbohidratos altos en azúcar, grasa, o sal, dice la médica nutrióloga Alegría Dávalos. Isaac Valarezo, otro joven de 17 años, dice que a pesar de que le gustan mucho las frutas, durante la pandemia no las está comiendo mucho porque es más difícil —“si quiero comer una fruta, me toca primero lavar y luego pelar y cortar, entonces como me da pereza, prefiero solo agarrar un paquete de galletas y ya”, dice Miguel Toapanta.

Pero la practicidad de los alimentos empacados y ultraprocesados no es la única razón por la que los jóvenes están comiendo menos productos saludables. Muchos han cambiado sus costumbres alimentarias porque la comida chatarra —o alta en sal y en azúcar— les hace sentir mejor. Un estudio publicado en el Journal of Translational Medicine dice que la pandemia por el covid-19 ha causado un impacto emocional en todas las personas—incluyendo a los y las jóvenes— que a su vez tiene efectos en las actitudes y hábitos relacionados con la alimentación.

Según el estudio, el estrés ha provocado que algunos jóvenes se refugien en alimentos que, al menos por un momento, los hagan sentir mejor. Los preferidos son snacks extremadamente salados  y cosas dulces que tienen un alto contenido de carbohidratos simples, que pueden reducir el estrés y emociones negativas porque impulsan la producción de serotonina, una de las hormonas de la felicidad. Verónica Vargas dice que incluso hay ciertos alimentos altos en azúcar que provocan la misma satisfacción que una droga psicotrópica. “A veces, cuando nos sentimos tristes, ansiosos, estresados y hasta enojados, buscamos en la comida una especie de refugio”, dice Endara. Sin embargo, es importante que se reconozcan estos sentimientos porque no son los mejores.

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Sin las vitaminas que se encuentran en las frutas y verduras, las hormonas del crecimiento se desequilibran, alterando el desarrollo. “El consumo en exceso de carbohidratos y grasas puede tener esos efectos negativos en la salud de los jóvenes”, dice la médica familiar Rita Guanochanga.

Además, el desbalance en las dietas de los jóvenes puede causarles obesidad y anemia. Si sus hábitos alimenticios no mejoran, Guanochanga afirma que “los chicos serán más propensos a desarrollar enfermedades crónicas no transmisibles como la diabetes e hipertensión”— las dos primeras causas de muerte en Ecuador en 2019.

Los expertos creen que hay maneras de volver a cambiar estos malos hábitos alimenticios y reemplazarlos para llevar una vida más saludable. Valeria Vargas dice que “la emergencia sanitaria nos está dando la oportunidad de alimentarnos mejor porque ya no salimos a cada rato a restaurantes o lugares con los amigos”. Los jóvenes pueden aprovechar que están en casa más tiempo para apropiarse de sus hábitos alimenticios y comer productos más naturales y saludables.La médica nutrióloga Dávalos dice que para que los jóvenes dejen de comer snacks y bebidas azucaradas en exceso, es bueno tener siempre disponibles “frutas de bocado”— frutillas, uvas, claudias, bananas, mandarinas, entre otras— para que cuando tengan hambre solo las tomen y las coman.

Otra recomendación es evitar comprar bocadillos y alimentos chatarra en el supermercado. Sin tentaciones en las alacenas de las casas, los jóvenes podrán adoptar más fácilmente un hábito de comer cosas sanas y naturales, en lugar de comidas procesadas sin nutrientes. La médica Dávalos dice que también es bueno que los chicos establezcan horarios específicos para comer. Al hacerlo, es más fácil controlar que no se está comiendo más ni menos de lo que se debería, y también se puede evitar comer por aburrimiento.

Hacer actividad física es otro factor importante para mejorar los hábitos alimenticios. Juan Carlos Endara dice que mantener el cuerpo en movimiento también produce felicidad. Y si los jóvenes se sienten felices, tendrán menos deseos de comer cosas no saludables para sentirse mejor.

Para que alimentarse mejor sea menos complicado, una buena opción es crear una red de apoyo con las personas con las que se convive a diario. Cambiar hábitos es difícil y no se hace de la noche a la mañana, por eso la médica Dávalos recomienda empezar por reducir la cantidad de carbohidratos en un plato a solo uno, comer cinco veces al día, caminar e hidratarse bien. El resto de cambios pueden ser progresivos —lo más importante es que hacerlos se sienta bien. 

Mira cómo está la participación de los jóvenes para un cambio social a través de los números.
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